Se viene la sombra y gana claridad la lejanía.
Allá, donde los ojos se dan de cabeza con un cristal de hielo,
se encienden los cordones gris eléctrico febriles sobre montes.
Baja calma,
la noche,
camina lento,
como una modelo de esquina en un andén vacío,
y el metro que no llega,
y ella, de arriba abajo camina lento,
despertando a las curvas con sus pasos lentos,
sin prisa; aún quedan varias horas
para buscar el rastro de las venas
que fueron soñadas por el día de ayer.