Se dejó caer el estómago en su herida y se encerró en una campana.
Quería morir por siempre, de una vez y para todos
los reinos de espinas en las cabezas.
Salir de la pena.
Él no era como esos otros que ríen cuando devoran calaveras
y otorgan al rito ciego su agonía;
se sentía tan pequeño...
cada vez había menos círculos de plata,
más Ofelias en el río,
más contaminación en la Virgen
de Todas las Esperanzas.
Aún recordaba el primer suspiro,
y a su lado los de ahora parecían silbos
de serpiente en el pico de un milano.
La pregunta, cada vez más cerca;
pero nació sabiendo la solución del enigma:
esto no podía ser mejor que volver a ser gas en una galaxia
de un tiempo cualquiera.
2 comentarios:
La facilidad de hacer nuestra una historia.
Acaso el sentir sea común denominador?
Eso creo. Ese sentimiento es más común de lo que parece, y no es bueno hacer como que no existe.
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