Suena el aire.
Una rama desprende un grito
de barco perdido de sus aguas;
los nidos se abandonan,
las aves buscan luces altas verticales.
Yo permanezco
-cuidando la corriente del interior de la tierra,
pequeña omega bajo un cielo que prepara los colores para el cuadro-
y adorno mi puerta de sincera bienvenida.
Hay que ofrecerse al mes nueve desde el principio hasta lo cierto,
para brindar en noviembre con fantasmas.