Pesa menos que el cielo de su boca vacía,
piensa en la vida como si no tuvieran
espirales los relojes;
lo frío es de lengua seca y no le nacen
rosas en el suelo yermo.
el vínculo con la herida.
Espanta a los dioses
que bajan a beber entre dos rayos,
asustando al ave de paso, ángel de nido en el
árbol mensajero de otros mundos
habitantes de la orilla.
Algunas veces entristece un poco
su falta de inocencia sin ninguna importancia.
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