Ojos de sol naciente
con más fiebre sobre asfaltos,
que mares alimenta el manantial de las antípodas.
Hombros bajo una importante indolencia
muy bien educada
por el valor que guarda en los andantes zapatos,
caballeros de causas no siempre perdidas.
Siente, luego nombra,
le emociona el desorden sin bufones,
sin reyes, sin castillo,
planta rosas en almendros para cosechar frutosespinas
al lado de las fuerzas enemigas del trabajo.
Chino, china, y una mandarina
pasando de una de sus manos a la otra
en arco eléctrico gaseoso y ácido.
De una especie que vive
de los sueños de los niños.
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