El encaje vestido de azul entró en escena -observado
por los años más tristes del mundo-
para cantar algo de flores, rayos de sol
y mucha alegría.
"Somos mariposas en la colección de un amante
de la belleza sin vida",
se oyó decir a una voz desde la calle,
con las alas en cruz y el cuerpo cada vez más frío.
La vela era sombras que cambiaban de tamaño y de forma a voluntad
del viento más absurdo del mundo.
"Cuatro y dos son seis",
concluyó el coleccionista,
perforando el corazón de las canciones,
porque en realidad esos números suman veintisiete.
Miedo era el color en las paredes,
y las hormigas hacían túneles
(sordas,
ciegas,
anfetamínicas)
como si nada estuviera ocurriendo
en la superficie del mundo.
2 comentarios:
Ya que elegiste el número de los rockeros esta podría ser la letra de una canción susi, ese viento absurdo ha sacudido tanto los pabilos que estoy cegada ante tus palabras. Las poesías no se explican dicen pero hoy me has dejado con las hormigas en el túnel ajjajajjajaj Besos mi reina del tango.
Como tuvieran que bailar un tango con lo que a veces escribo, puede que los bailarines se quedasen mirando entre sí para preguntarse qué coño estoy contando. A mí a veces me ocurre lo mismo. Veintisiete, el número de los bonitos cadáveres que se reduce a un sencillo nueve. Qué cosas me salen... Pero no me corto ni un pelo, me gusta rebuscarme. Son las sensaciones, y no las historias, las que quieren salir, y yo les abro la puerta. Encantada de tu visita, ojazos.
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