Sonó entre la niebla disuelta por una de las realidades,
seguramente la más fría.
El ruido fue cónico y urgente,
casi inesperado en aquel paisaje paralítico.
Creo que llegó a escucharlo, juraría que vi extrañeza
por la decisión de su propio dedo, sólo uno,
solo y moviéndose con la rutina
de una inercia mal cerrada.
La siguiente décima de segundo pareció repetir su vida
en otro sentido,
pero no estoy segura:
nadie puede saber qué piensa una parte tan pequeña
de algo que tiene que nacer muerto.
2 comentarios:
Sin embargo creo que si, que hay lamentablemente demasiados que lo entenderían y sabrían que pasa por su mente, por su fría decisión. Vos no, claro que no. Vos con el mismo dedo podés acariciar aquello que nunca debería de estar muerto. Un abrazo preciosa, alerta a los sonidos poeta.
A veces la frontera está en una décima de segundo lúcida y libre. Claro que lo entiendo, por eso hago exorcismos con las letras. Mis besos hasta tu playa.
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