Su rostro parece sendas de granito;
los ojos, cristales tintados,
cincelados mares sin ganas de moverse
sólo por observar la lejanía,
de tantas otras como ha visto: cada una,
única e imitación.
Todo es fracción de aliento luminoso,
el sol transmutando,
poco a poco, nieblas olvidos coraza de tortuga;
es el número que sostiene la cuerda de la simetría,
caos aprendiendo a dar forma a la memoria de los siglos.
Todo es música para soñar
en rojo blanco.
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