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Allen Ginsberg, tras leer las críticas oficiales a su poema Aullido:
"La poesía ha sido atacada por un aterrorizado hatajo de ignorantes y pelmazos que no comprenden cómo se hace, y el problema con estos cretinos es que tampoco la reconocerían si se les apareciera en mitad de la calle y se los follara a plena luz del día."

sábado, 28 de febrero de 2015

Las cosas mínimas


Cuando llamó a la puerta, 

su cuerpo amaneció en mil pedazos, 

despertando un eco de la historia, 

rubia de cerveza y de soles 

más extraños que un gesto pensamiento 

diagonalmente gaseoso. 

Abrió la perfección de la inocencia, 

un asombro ante el sonido de la carne contra el aire sonó 

a campana esférica de átomos... 

Una, dos, tres veces se afirmó la ley universal de los metales 

en la natural exaltada atracción de la materia, 

porque no descansa nunca el corazón 

de las cosas mínimas. 










lunes, 23 de febrero de 2015

A una montaña dormida





Su rostro parece sendas de granito; 

los ojos, cristales tintados, 

cincelados mares sin ganas de moverse 

sólo por observar la lejanía, 

de tantas otras como ha visto: cada una, 

única e imitación. 

Todo es fracción de aliento luminoso, 

el sol transmutando,

poco a poco, nieblas olvidos coraza de tortuga; 

es el número que sostiene la cuerda de la simetría, 

caos aprendiendo a dar forma a la memoria de los siglos. 

Todo es música para soñar 

en rojo blanco.






martes, 17 de febrero de 2015

Entre nueve flores


Llegaron de repente 

los ojos de acero, 

pero no le pareció un hecho significativo. 

Conversaba, 

en un callejón insomne, 

con su desnudez herida por la escarcha. 

Decía, 

con una voz volviendo desde dentro 

(como si saliera de su estómago o de alguna víscera emigrante), 

preferir el origen a las interpretaciones; 

después hablarían del buen salvaje,

mientras alguien era pasto del fuego en la síntesis del laberinto. 

"En estos momentos debe de estar gestándose un cometa", 

opinó la ceniza, antes de dividir sus átomos 

entre nueve flores.







miércoles, 11 de febrero de 2015

A veces metálicos


Hay piedras mojadas, 

llegadas de las cimas al lecho del arroyo; 

un tiempo relativamente negro, 

un atrevimiento santo y maletas llenas de intenciones, 

para quemarlas en ritos de desmemoria. 

Para hacer de sus restos un árbol anclado en el punto amarillo, 

prueba de la evolución de las especies. 

Y sartas de aros de incienso con curvas semejantes a caderas, 

por si fuese necesario morir un poco 

antes de dar de comer a las gaviotas. 

Hay un caleidoscopio en el ojo derecho 

y el pulgar izquierdo 

descubre caminos

a veces metálicos.









viernes, 6 de febrero de 2015

Febrero


Sube tranquilo el humo, 

cosido a una raíz apátrida; 

sombras de nieve forman un teatro chino pálido, 

certezas de las falsificaciones. 

Cuando el aire aparece, 

el fuego llega a la velocidad multiplicada 

por el infinito al cuadrado de su peso y encuentro más luz 

debajo de la cama. 

No hablar, si no es preciso; 

no hablar, si es necesario alimentar visiones 

razonablemente limpias; 

negación de numeraciones ordinarias. 

Tres o cuatro plumas (picos, vuelos) abren la ventana 

de la casa sin puerta.







domingo, 1 de febrero de 2015

Y da igual


Y da igual si no me nombras, 

mientras simulas mis pulsaciones. 

Si me escondes en el rincón oscuro, 

si atacas mi carga eléctrica en movimiento 

con dardos afilados como ladridos de hiena. 

Existo antes del pensamiento de mis ideas, 

y el primer día que hablé, me llamaron los guijarros, 

los dibujos de los árboles en sus brazos primitivos, 

con una voz imposible de callar. 

Suena cada vez que un rayo choca contra el destino, 

cuando un copo en vuelo se deshace y llega líquido a su nacimiento, 

momento en el que la noche estrellada salta del cuadro 

para abrigarme los pies. 

Empieza conmigo y termina en todo lo que vive.

Luego se da la vuelta en espiral.