A veces no se puede ser más que lo que somos,
huella al viento de poniente con manos tristes y faringe de metal adormecido,
una campana vacía.
A veces no se vuela sobre el lado oscuro de lo muerto
y el esfuerzo no coincide con una mariposa monarca
al lado de muchas mariposas monarca
formando un imprevisto cuerpo independiente.
No siempre es posible preguntar al plano
dónde se contradicen los lamentos,
no se adivina el sudor de la idea ni se atreve el eco a ser portavoz
de todas las pieles estremecidas por un sonido mayúsculo.
Pero a veces,
algunas veces,
gélidos fuegos nos llevan al infierno bendecido
por algo que queremos
más que a nosotros.
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