No me espantes los pájaros de la cabeza,
que me hacen sentir árbol de frondas continentales,
roble en pueblo nutrido y celta por los frutos
de cada cabello que canta.
¿Conoces la profundidad terrena vecina de sus alas puente?
¿La distancia aproximada de todos esos brazos
hacia cualquier sendero
del círculo distinto?
Imanes adolescentes.
Ocurre, cuando llegan a mi casa
piando sus pequeños cuerpos
de transparente burbuja,
de transparente burbuja,
que ya no pienso y me convierto en
parte del bosque.
No los asustes, que siempre vuelven.
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