"Después regresa, burlona furia le caldea,
y de la prevención que su voz expele
inicia el diálogo con la propia máscara,
espejo verdoso en el pecado original."
Alberto Girri, "Baudelaire"
Todo llega entrecortado.
Cortado entre, cortado,
completo nada, cortado.
Ese viejo proceso inconstante
se detiene a veces a mirar las piedras,
o acelera el pulso hasta alcanzar medidas
aeronáuticamente improbables
sobre lagos tan inmensos
como los ojos de los grillos.
Una casa es, entonces, un espléndido esqueleto
sosteniendo la carroña de un arco solar tatuaje,
círculo entero en el mercurio.
Tantos números buscando
el origen del último destello...
Y un día,
ya no habrá meses,
ni uno más
en humano sacrificio.
Ser albatros
por siempre lejos del suelo.
"Derrámanos tu veneno para que nos reconforte,
queremos ir, tanto nos quema ese fuego la cabeza,
al fondo del abismo, ¡Cielo o Infierno!, ¿qué importa?,
¡al fondo de lo Desconocido para encontrar lo nuevo!"
Charles Baudelaire, últimos versos de El viaje, últimos de Las Flores del mal.
El poeta murió el último día de un mes agosto.
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