Se rehace la curva,
rítmica y errática.
Trae túneles de árboles y flores
en reposo verde, asciende,
se agacha irresistible y la mente
seduce con brillos al último rayo por ahora.
Se adornan sus ojos chinos de suelas duras
sobre platos bajo almohadas de pies blandos,
camino que lleva a ningún todo sitio y niega
leyes parásitas en hombros y vegetales.
No tiene fin ni apellido,
no huele a incienso ni a vela santa.
Constante y rítmica,
la curva se rehace.
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