Solos cruzamos soledades
y a solas nos duele algo
en algún centro poco definido
de una ceguera remotísima,
ultravioleta.
Solos, solas,
solitarios encuentros,
separaciones solitarias.
Hebras separadas de sus propias venas.
Ni con nosotros estamos ni con nuestra forma,
números que arrojan dudas
desde el punto de vista de la masa
por lo escaso de sus posibilidades.
Incógnitas y variables,
costumbres analógicas
en incremento exponencial digitalizado.
Geométricas.
“Mi problema sigue siendo el Ser, esa cosa difícil, a veces intuida, pero siempre inefable; mi problema sigue siendo Yo, pero no Yo el que habla sino Yo el que calla, desligado, independiente, liberado de mí mismo. Sin ti, sin mí, sin ninguno de los que somos; un Yo inmutable y permanente.”
(Jaime Sabines, Los Amorosos: Cartas a Chepita)