Ya no me acuerdo apenas de los brillos
en el cielo de la noche si aparecía tu espalda,
esa piel de la que tampoco recuerdo el tacto,
tan suave en los inviernos.
Paso muchos minutos al día cantando canciones nuevas,
la que dejaste en la almohada
(sí, aquella tan clara como el insomnio de un ángel)
sólo levanta la cabeza para decirme cosas
que no entiendo más que a duras penas,
que me conmueven poco, ¿sabes?
y me lavan el rostro muy de vez en cuando:
cada tres o cuatro horas de la vida de un dinosaurio.
Ya ves que no miro más que de reojo
el punto amarillo en la roca que habla con los vientos.
Ahora correría tras el olor de tu nuca,
si te soy sincera,
haría de lo grande que es el tiempo disperso por un soplo,
una calle antigua con olor a vino barato.
Pero son antojos que van perdiendo presencia...
... casi como si nunca hubieran estado.
3 comentarios:
Qué bonito lo dices! es mágico el lenguaje que sale de la pluma surrealista. Una delicia
Abrazos Susi, Ah!, muy interesante la imagen
Gracias, Ana. Con mi cámara tampoco es difícil hacer fotos surrealistas, es tan mala, que las imágenes salen cada una como quiere. Esta foto me pedía eso... brillos que se van,
Muxxxxus
Preciosa...
Un dolor que se evapora en brazos de ese recuerdo atrevido que un día se cuela por debajo de la puerta de la nostalgia
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