Las leyes de la ciencia son vasos vacíos, aventuras con finales temblorosos por exceso de
razones. En mundos de gases conscientes, lo posible es de un verde por siempre
enamorado. Es una línea entre dos cielos abiertos, fósforo con dudas de cien años y un día
que eleva sus rayos para que el recuerdo no tenga nombre, porque no existe. Porque todo
es nuevo desde los pies hasta el centro de la tierra. Esa Babel de lenguas escondidas en un
dibujo de árbol, habla con voces que suenan a rebato de campana, a carcajadas de niebla
cuando el cuco roba nidos en la medianoche de la historia. Dice que los ríos, si no
mueren, son sólo sepulcros de Ofelias, campos nevados de amapolas en manos profanas.
2 comentarios:
Qué bello es volar por tus versos!, un viaje que sólo cuesta dejarse llevar...
Precioso
Agradecida, Ana-Huellas.
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