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Allen Ginsberg, tras leer las críticas oficiales a su poema Aullido:
"La poesía ha sido atacada por un aterrorizado hatajo de ignorantes y pelmazos que no comprenden cómo se hace, y el problema con estos cretinos es que tampoco la reconocerían si se les apareciera en mitad de la calle y se los follara a plena luz del día."

jueves, 27 de febrero de 2014

Cherchez la bête


Mezcla una ruina de espinas con distraídas preguntas

y nota el parecido conmigo,

que juego a los instantes negros porque nunca me alejo

de tierras desconocidas por las que corro sin suelas 

para sentir la tierra y sus alas de aire despeñado.

Pon un plano con señales de guijarros al lado de un abanico anfibio

y verás el color que me rodea 

cuando me mira un sol tibio por los huecos de los muros. 

A eso huelen las tardes en calma:

a gallo que canta a deshoras y a legañas 

que me siguen sin renuncia 

para ser piedras de arroyo. 

A los ojos de una gata, a cruces en el suelo y a hojas que brotan

de la silla que sostiene;

a un silencio de sonidos haciendo sitio a los que nacen, sin morir ninguno. 


Hay que subir para saber qué dicen 

las uñas de mis dientes

después de haber mordido un suelo alfombrado de lombrices 

de hierro sucio,

cómo brilla el eterno sudor de los inviernos, famélicos y largos,

lo que piensa la bestia que guardo 

entre mis tesoros. 





lunes, 24 de febrero de 2014

En su justa medida


Tiene surcos en la frente y la coronilla de un niño

empujado en la espalda por el viento,

el gesto trágico del temor a las auroras

y un encuentro con la muerte en una cama

que aún describe a los que llegan

sus abrazos de amante insumiso a evaporarse

en el momento en que llamó la ausencia.

Se le abre el pecho si llueve más allá de lo que tiene

que llover el mundo,

se estremece con movimientos de humo

dentro de un círculo nutrido con milimétricas certezas

que nacieron en andenes de trenes abandonados;

se abandona con ellas, ríe y luego sube a los infiernos

porque quiere besar en los labios a una sima en una cumbre.

Es Pan tras el ángel arquero, calma cuando callan los colores,

para escuchar el eco que ya no existe.

Candil en el interior de un sombrero, la vorágine implacable

de un caos en su justa medida.






miércoles, 19 de febrero de 2014

Sin espectáculo


No lo esperaba,

por eso la botella gritó con la garganta llena de agujas al sentir el golpe.

También eso ya era nada, como si nunca hubiera existido el abrazo al 12%

que abriga dentro de los huesos, el alivio mismo caminando por mil vidas hasta llegar a la sangre.

Él sabía que, desierta, ya no servía para engañar a nadie,

por eso dividió su vacío en los trozos que antes formaron una esbelta figura vestida de etiqueta;

un aura transparente flotaba en ese momento con la lentitud de las ideas recién pensadas,

aroma de vino trepando por un aire mezclado con dolores sin historia -de tanta memoria presa-,

y veloz huía luego por los ojos de la casa, abiertos a la noche de todas las almas

y algunos gatos tristes.

El día siguiente llegó iluminando sus brazos tatuados

con lo que fue el corazón de aquel continente.







viernes, 14 de febrero de 2014

Esto no es un lápiz de labios





Las leyes de la ciencia son vasos vacíos, aventuras con finales temblorosos por exceso de 

razones. En mundos de gases conscientes, lo posible es de un verde por siempre 

enamorado. Es una línea entre dos cielos abiertos, fósforo con dudas de cien años y un día 

que eleva sus rayos para que el recuerdo no tenga nombre, porque no existe. Porque todo 

es nuevo desde los pies hasta el centro de la tierra. Esa Babel de lenguas escondidas en un 

dibujo de árbol, habla con voces que suenan a rebato de campana, a carcajadas de niebla 

cuando el cuco roba nidos en la medianoche de la historia. Dice que los ríos, si no 

mueren, son sólo sepulcros de Ofelias, campos nevados de amapolas en manos profanas.







domingo, 9 de febrero de 2014

Espirales rítmicas








Su abrazo se curva con movimientos de espiral alucinada.
No importa cuál es el secreto del origen,
ni cuento sus besos hipnóticos a la luz de mis ojos cerrados;

porque me veo enfrente,
me reconozco y me extiendo
-como lo hace,
en el aire que sopla,
un papel a la deriva-,
encuentro mi reflejo y lo acuno con cabellos y con piernas,
anido por un momento en las ramas eternas
de la inmortal transformación.

Aparto la maquinaria,
dejo de soportar el peso de la inercia
en arterias y huesos,
en deseos con sonrisa de cómico triste.

Porque su carne me habla, porque su sangre
me piensa y mis latidos son constantes
canciones de alquimia viva.
Porque salgo de la guerra
cuando me pego a su piel;
porque soy yo quien entra en él.

Y me disuelvo.






jueves, 6 de febrero de 2014

Después le parece...




Se asombra con una velocidad que no esconde

detrás de la rosa en la solapa de su abrigo distraído. 

Navega sobre un rayo de neones si la calle se estremece en lágrimas, 

si le brilla la frente a la acera cuando las soledades besan las farolas; 

si al mirar hacia arriba se disuelven rascacielos en partículas lácteas 

y sus antenas parecen hilos despeinados.

O cuando rompen aguas las cloacas y las fuentes míticas. 

Observa el asfalto como si fuera un árbol abatido,

sin hojas que pueda mover el aire. Ni siquiera nidos secos. 

Huele el humo de los coches preguntándose por qué quema el plástico, 

deshace un reflejo en el cristal convirtiéndolo en oxígeno, 

pinta soles en semáforos, 

toca con un dedo descreído la piel de un tren que viaja bajo el suelo 

y ve ángeles de Murillo 

en anuncios de compra-venta. 

Después le parece que todo lo olvida.