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Allen Ginsberg, tras leer las críticas oficiales a su poema Aullido:
"La poesía ha sido atacada por un aterrorizado hatajo de ignorantes y pelmazos que no comprenden cómo se hace, y el problema con estos cretinos es que tampoco la reconocerían si se les apareciera en mitad de la calle y se los follara a plena luz del día."

sábado, 17 de agosto de 2013

Bajo el influjo de Sirio




Como una marca para siempre, la ausencia se revela

en estandartes de colores desvaídos

sobre pieles enlutadas.

La ausencia, colorada de células malditas,

entrometidas burbujas sin nada dentro,

metástasis de la gloria inacabada que reposa 

en el dintel de una diadema sobre cabeza de larga melena ingobernable...


La ausencia...

¿De qué están hechas sus agallas siempre alerta,

de dónde sale el sonido que no escucho

si no es entre los brazos del vacío?

Auténticamente, la ausencia se mece entre redes de un hilo de sangre

tejido en la profunda oscuridad 

del tiempo de todos,

del tiempo de ninguno.

Crece en la noche [la falta de luz

es el alimento primigenio de los dioses no nacidos],

esconde el curso de los ríos entre las columnas

que sujetan la tierra a los universos,

infinitos por efímeros,

y no agradece los desvelos de las horas no dormidas pensando en ella.

Porque siempre vuelve.






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