(Para Jota, mi primo que no es de sangre, sino elegido)
La sencillez de una vela
devuelve el rumor del desierto
en frágiles temblores
contando su infortunio.
La llama florece o parece que se extingue
para sondear la oscuridad
de todos los maleficios
deslizándose sobre sus vientres hinchados
como pétalos en la corriente,
allá, debajo del vínculo
que sostiene los pies que lo habitan.
¿Duermes, espíritu del ángel rebelde,
o sólo te escondes de las sombras
para ver su dimensión y sortearlas
desde su cresta hasta el final de la ola,
desde el epítome hasta la extensión de las algas,
desde los pies de la playa hasta su boca?
El lagarto pasea sobre la tierra de fuego
porque Morrison no estuvo nunca en París.
Mientras, Whitman canta a la hierba
que soporta todos los dolores.
2 comentarios:
La tormenta del DESIERTO borró las huellas de un amigo, una noche cualquiera, el frío de las arenas se hizo gélido y desapareció.
Me uno a la mañana que espera en silencio para avistar su oasis de poesía y arte.
Gracias por encender las almenaras por nuestro J.
Besos Su
Le esperamos, Ana.
Mil besos.
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