Hizo una curva con la pierna y con el brazo
para que la garganta pudiera
defender todo su cuerpo.
Pero el pecho se adelantó,
y no estaba protegido.
Se arquearon en mil ondas sus cimientos
y cada una de ellas,
para el asombro de su sangre,
abarcó más círculos de los que fermentan
en un vientre de memoria.
Era la sombra de una rama movida por el aire.
2 comentarios:
Lo que puedes ver ...sintiendo.
Precioso Susi, precioso.
Besos
Gracias, Ana. Te veo por tu blog.
Un abrazo.
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