No escucha intuiciones la ciencia indolente,
rellena su lecho cada noche de ausencias
asustadas por una rigidez sin dudas.
Huecos que tienen miedo de espaldas cuadradas por la aritmética.
Los cálculos no perciben la fuerza de lo sencillamente esbozado
con trazos de tinta básica,
materia leve del humo que escapa a través de rendijas
concebidas desde el sosiego
para escribir en el viento que no revierten tesoros sobre colmillos
desgarradores de músculos y tendones de evidencias.
La verdad mueve estirpes planetarias con latidos hedonistas
naciéndose en la angustia por vivir,
y su alma no quiere bautizo.
Es éxtasis en caótico vuelo, rayo de luz oculto
en un rincón del cerebro que todo el mundo conoce:
lo más profundo del corazón.
Salva percibir belleza,
estalla la nova sobre la que cabalgamos
directos a lo oscuro de la muerte
y regresamos con certezas sobre los hombros.
4 comentarios:
Qué casualidad...Un rato después también he escrito sobre matemáticas sin tener noticia de tu poema...
En el fondo algo nos une a las dos.
Sí, siempre lo he sabido.
Luego me doy una vuelta por tu casa y lo leo, Ana. Besote.
La suma del valor y la probidad es igual a la capacidad de nacer sin humo, de vivir respirando, de volar.
La belleza de morir envuelve la luz que más brilla, o no...
Me deslizan tus misterios.
Besos
No es la primera vez que me ocurre que algún/a lector inteligente me traduce lo que escribo, que suele ser algo que necesita salir y que adopta formas extrañas hasta para mi misma. Como un sueño con su idioma particular.
Ana, o sí...
Hoy es el día mundial del beso, así que con más motivo te envío una maleta llena de ellos.
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