Perenne, impávida y pétrea,
deletrea cada una de las coronas de espuma
convencionalmente química, ese muro
de catacumbas desplomadas
que huele a matanza de cerdo en la aldea.
Amarilla como la mostaza, con la aridez del óxido incrustado
entre los átomos del hierro,
alacranes y flamas se afirman ante ella,
Durga orgullosa en la gloria de los despojos.
Separa las hojas mojando su índice en sangre coagulada,
siempre esperando el milagro de la licuefacción,
como una niña aguarda el día
de las gotas rojas entre las piernas
para ofrecerse en sacrificio a un ángel,
aunque después nunca se le otorgue el perdón.
Está rancio el pan sobre la mesa,
verdea de pálida vergüenza
cuando escucha: "In God We Trust".
6 comentarios:
Te leo Susi, y me siento miserable, ¡no te apures amiga! es que somos nada y nos creemos tanto. Manejados por dioses invisibles que ¿existen? ¿O son invenciones para tener a quién culpar? Dudo y siento vergüenza de lo que existe y es y es la última inmundicia que el pan verdee en una mesa habiendo tanta miseria. Estás dura hoy, dentro de la ignorancia hay una escusa vos sabés. Y dentro del miedo hay otra. Y dentro del egoísmo hay millones. Y a veces no sé si interpreto bien tu poesía, pero me nace contestar así con mis disculpas si desvirtúo el contenido o mensaje que querés dejar. Yo soy solo Lyliam, que te viene a dejar un abrazote también, con cariño siempre preciosa amiga.
Lyl, la falta no es nuestra, no es de los seres que vivimos viendo amaneceres y ocasos renegridos, llantos y risas sobre nuestra mesa. Es de los que rezan para que la muerte recaiga sobre otros, pobres almas sin mantel ni vino que las ennoblezca. 50 millones de pavos para apaciguar a un dios significa que la vida no tiene sentido para gentes que necesitan un perdón. Perdónate, alma mater, perdónate y creeré en tu dios.
No lo harán amiga, viven de la miseria humana desde que el hombre es hombre, todo han podrido, ya no tienen perdón. Las cosas que se hacen en nombre de Dios son de verdad las más inmundas, porque se abusan del ignorante que tiene fe aún, del pobre que deja lo único que tiene, del triste que no sabe a donde ir.
Esa es la clave, Lyl: lo que se hace en nombre de un dios quiere esconder su propia miseria, pero no puede.
Cuando últimamente pienso en esa supuesta sociedad tan 'avanzada', me viene a la memoria esa famosa escena de El planeta de los simios, con un Charlton Heston, en la realidad homófobo, misógino, directivo de la Asociación Nacional del Rifle, llorando y clamando contra la locura humana frente a la estatua de la libertad medio escondida por la arena de lo que fue la Gran Urbe.
"El rico, el pobre, el cielo es para aquellos que eligen. En dios confiamos."
La versión española "Poderoso caballero...."
Aunque da P.C hay que seguir teniendo esperanza...yes we can.
Besotes Su, la clavas siempre y ...con arte!!
Sí que da P.C., Ana. A estas alturas,y tener que seguir tragando ruedas de molino como si fueran obleas...
Gracias por estar, Anita, muchos besos.
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