Un tiempo muerto entre dos explosiones.
Posesión de lo innombrable, es una cáscara de nieve
magulladita, con las alas derritiéndose deprisa
por el relente del sol.
Una espina que no habla bajo la piel
porque se quedó callada ante una avalancha de insectos
volando en formación ascendente,
más alto, queriendo salirse del diámetro de la autopista,
pero aquí dentro.
Es un sonido impreciso que devora los espacios
entre un salto y una caída.
En España hemos pasado de 3.421 suicidios en 2008, año del comienzo de la crisis, a 4.500 personas en el 2011, aunque nadie se ha atrevido a explicar las razones de ese aumento; pero la realidad es que los comedores sociales de Barcelona, por ejemplo, llegan a tener una lista de espera de 23 días. Y sin datos aún del 2012.
http://wiki.15m.cc/wiki/Lista_de_suicidios_relacionados_con_la_crisis
4 comentarios:
Que terrible, cuanto dolor, cuantas espinas debajo de la piel. Son asesinatos Susi, por eso no se habla, y 23 días de espera es otra sentencia a muerte. Rebélate pueblo, salgan a gritarle al mundo, no se queden callados, juegan con su temor a la violencia pero a veces y que me caigan encima no hay salida. Nadie es dueño de sus vidas y estos vampiros salen a diario a marcarlos en la frente, que el sonido impreciso sea el grito de basta, ya no mas, hasta aquí.
Hasta aquí, grito yo. Hasta aquí. Héroes del viento, no voléis si no es hasta el comienzo del llanto para pararlo. No voléis.
El suicidio me mueve demasiado aún, aunque las causas no sean éstas mi querida Su.
La crisis está dejando unos "daños colaterales" dramáticos pero los que no se ven ni se oyen no lo son menos. Hay familias desestructuradas y sin vuelta atrás y las injusticias sociales siguen galopando sin pudor, como apisonadoras sin ojos ni oídos.
Yo me pregunto, si esto ocurre en un país de pandereta si, pero con tantos movimientos sociales y personas preparadas y con recursos, cómo estarán viviendo en países donde se vulnera hasta el derecho a la vida con total impunidad. ?, da miedo.
No hay que decaer ante las injusticias, eso sí lo tengo claro.
Besotes
Cuando alguien da un grito de socorro, hay que escucharlo. Y el planeta entero grita. Pero seguimos sordos, como si en nuestras propias vidas no viéramos ya lo que sembramos. La pena es que al final todos somos víctimas, por más que queramos buscar culpables. O yo qué sé, tiempos confusos, Ana. Sí que da miedo. Besos, que hacen falta besos.
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