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Allen Ginsberg, tras leer las críticas oficiales a su poema Aullido:
"La poesía ha sido atacada por un aterrorizado hatajo de ignorantes y pelmazos que no comprenden cómo se hace, y el problema con estos cretinos es que tampoco la reconocerían si se les apareciera en mitad de la calle y se los follara a plena luz del día."

lunes, 2 de julio de 2012

Las dos




¿Cómo fue que nos perdimos una de otra, amiga? Nieves en retirada, Marías sin devoción, risas y llantos al aire, tú o yo, tú y yo, las dos, a las cinco y diez.


Tiene costras en las legañas cuando me mira cerca.
Sabe que yo soy ella mucho antes que yo,
milagrito en el infierno de las desdichas demacradas,
largas bancadas rellenas de carne fresca,
castigos inasumidos, ella y yo.

Alguien vigila poemas indelebles
muertos antes de nacer, dilaciones,
disimulos... escóndete en mis pupilas, ven.

Que pase el tiempo,
que llegue el mediodía grande
poniendo luz a los días del ayer.

¿Sabes por qué mis ojos parece que siempre lloran?
Porque lo hacen en la nieve derritiendo tu mirada
verde, marrón, agrisada por el humo 
de las mañanas sin retorno.

¿Quién habla a quién?
No tenemos vuelta atrás, tú y yo.



2 comentarios:

Lyliam dijo...

No hay vuelta, yo también me miro al espejo y el maldito no tiene piedad. No me quiero quejar, pero me quejo, como un bandoneón voy y vengo al pasado y a donde quedaron partes de mi vida y personas que lloro en la arena porque aquí susi, de nieve nada
pero de nostalgias mucho. ¿Quién habla a quién,? No tenemos vuelta atrás, vos y yo. Ahorrá, ahorrá.

susi underground dijo...

Mi espejo no me mira mal, Lyl, aunque me quejo porque estoy viva. El pasado es el reflejo en el que me miro para saber quién soy, de dónde vengo.
La nostalgia es el bandoneón que suena como un muelle que me impulsa siempre más allá, quizá hasta tu orilla, amiga, amiga, amiga... qué palabra tan bonita.
Ahorraré angustias y me tomaré un Martini blanco a tu salud.
Salud, amiga.