En ese campo rodeado de esculturas se resume
la gloria eterna cuando al fin llega la calma.
También mueren las piedras con forma humana,
las de la mirada triste,
las de las rígidas manos elevadas hacia el cielo,
implorantes,
inanes en su apariencia de rocas desnaturalizadas.
Condenadas al regalo de la observación sin prisas,
resuelven el destino de los astros y de las alcantarillas
sin que el más leve rubor delate la emoción que embriaga
sus pétreos poros cincelados.
Se agrietan sus minerales carnes,
se desgastan sus entrañas,
disienten la gravedad y su mística cabeza
de tanto ver los mismos caminos estancos.
Un poco más de lluvia y de viento,
de sol y de hielo sembrando distancias,
y en arena se desvanecen los granitos y los cantos.
8 comentarios:
No hablamos
Solamente nos miramos
la carne y la piedra.
¡No somos de piedra!
¡No son de carne!
Porque seremos arena y ceniza.
Materia
Polvo somos.
el doc que necesita una doctora jeje
Aqui nieva, pero no tanto como en el norte de Palencia.
Me ha gustado mucho, Susi. La imagen de la estatua de piedra hace viajar la imaginación hacia los seres humanos y sus vidas perennes. Muy buen poema, te felicito una vez más, poeta.
Espléndido poema, Susi, y no tan críptico como acostumbras. Tus reflexiones están llenas de sentido y con tu estilo, aquí bastante profundo, y tus maneras, nos hace pensar en la espléndida "Estatua del jardín botánico". "Condenadas al regalo de la observación sin prisas", enemigas de la lluvia y el viento, del sol y de los hielos, que nos recuerdan que nada es eterno, y aquí estamos nosotros para rebelarnos.
Pero doc, vaya comentario guapo que me mandas.Bonito de verdad.
Dust in the wind.....
Un besazo, brujo.
La verdad es que eso de la piedra no es más que una excusa para hablar de lo de siempre: el paso del tiempo, su efímera presencia, el miedo o el deseo ante lo inevitable...
Gracias por tu visita, Jota.
Nos leemos.
"Con mi pensamiento sigo el movimiento de los peces en el agua..." Esto siempre me recordó a una escena de "La ley de la calle".
Sí que nos rebelamos, Efe, y con toda la razón. Lo malo es tener miedo a la muerte de una forma inconsciente y no pensar que es algo inevitable (hoy por hoy).
Timothy Leary escribió poco antes de morir "El chip de la muerte". Me encantó, me tranquilizó con respecto a nuestro común destino, pero hizo que me rebelara ante la muerte, aunque pueda parecer un contrasentido.
Te sigo, poeta.
Me ha recordado la canción de Radio Futura "La estatua del jardín botánico". Te mueves con una soltura increíble en la metáforas y me encanta leerte.
Un beso gamberra mía.
Muchas gracias, angelito.
El Jardín Botánico, lo suficientemente cerca de otra famosa estatua que hay en el Retiro.
Un abrazo, poeta.
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