Me gusta hablar sola,
en voz alta
y haciendo gestos.
Me cuento lo que quiero
sin interrupciones,
no pongo censuras a lo dicho
y siempre termino riéndome
frente a mi propio reflejo.
No sé si actúo
o rehago ese guión
tan bien escrito,
desenmascaro mi boca
y elimino los controles
de la gran seguridad.
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