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Allen Ginsberg, tras leer las críticas oficiales a su poema Aullido:
"La poesía ha sido atacada por un aterrorizado hatajo de ignorantes y pelmazos que no comprenden cómo se hace, y el problema con estos cretinos es que tampoco la reconocerían si se les apareciera en mitad de la calle y se los follara a plena luz del día."

viernes, 30 de septiembre de 2011

De piedra

Cuando la torre se viste de nubes preñadas
y el sol abandona la escena, 
el sonido de una campana triste estrangula
las gargantas con una garra de arena.
    Los cierres de las pequeñas tiendas resuenan
como grillos perezosos, las luces se encienden
tan mansas como una balsa de aceite.
La noche y el silencio, paseando de la mano, 
acarician el ombligo de aquella eterna plazuela.
    La piedra es la sola vida que queda para velar
esa sombra que reposa en las callejas
cuando los quehaceres duermen, 
como si no tuvieran conciencia, 
en una cama de roble
nacido y muerto en Castilla la Vieja.

Humor negro

























Y digo a todo
lo que procede
que sólo era
una broma de mal gusto
lo que pensaba ayer 
cuando el rumbo 
de los vientos cambió,
cuando mi mirada 
impotente sólo analizaba 
rasgos fecales
en la no inmaculada 
alabanza al estertor 
de los sueños adormecidos
por el alcohol, por el miedo, 
por el canto del hastío 
en medio de la noche, 
por la miseria de mis actos
envilecidos en la antesala 
de la cruel necesidad.

Sólo era humor negro 
enterrado en estiércol, 
le advierto.

Tu digna mirada




Estudio tu digna mirada dolorida por si aprendo
a conocer la estrategia de la rosa y sus espinas.
En sentido figurado me figuro tus andares,
bailando en contoneos duros, marcando,
salivando el miedo y la aversión a una química 
que se te impone, pernada sin ningún derecho.

Ser luz en el país de las sombras es un pecado
aún no emancipado de la infernal entelequia
alimentada con carne, músculos, tendones,
piel, dura queratina y pensamientos de nada,
sólo concebido por el bulbo más ancestro.

Si aprendo de tu mirada hermanada con la brisa
que vuela como un galgo asustado, registraré
mi caja fuerte por si encuentro el destello
de una descarga eléctrica quemando cables
sometidos a la eterna sumisión en cadena,
antítesis de tus rosas protegidas por espinas.

Espejo convexo



Recogiendo sus cabellos en una montaña coronada por un refulgente sol,
su última mirada bajo ese techo es para sí misma, 
celebrada por sus ojos en un espejo convexo
capaz de recoger del presente el ya-pasó-aún-no
y el qué será prometido ayer.


Su mandíbula se tensa como la soga del ahorcado 
poco después de la decisión del vuelo,
sus dedos se aferran a un pedazo de nada 
engarzado en uñas pintadas de alabastro,
los pies en alerta desean estrenar la suela
de unas botas hechas con la piel de un meteorito...


Baja la escalera mohosa con un traje 
de tul blanco cargado de manchas 
que conmemoran batallas anteriores 
y se funde con una noche tintada
de índigo y  deep purple.                                           

jueves, 29 de septiembre de 2011

¿A qué huele la lluvia?





La lluvia huele a piedra,
a esos cantos rodados
que lo son porque no asientan,
para los que el tiempo existe
si al final serán arena.

La lluvia huele a hiedra,
la que enreda, la que sube,
la que por voluntad vuela
buscando la luz sublime
que alimenta y que serena.

La lluvia huele a tierra,
a trigo verde, a pan tierno
de semilla que revienta
por la llama del que elige 
volver cada primavera.

Inesperado


Retumba el silencio en los rincones redondos
hechos de ramas un día 
en que el sol 
marchita charcos, 
colores pardos 
en lienzos con olores a caricias.

Al cimbrear el aire los cables aledaños al promontorio 
de piedras, responde una música 
desde la torre más alta, 
pintada de aluminio, 
y el gigante arquea sus brazos hacia arriba.

Nota evidentemente perfecta sobre éter
santificado que suena a cristal fino, 
éxtasis de luz en boca de niebla, 
trote de libélulas sobre tierra templada,
inesperada irreverencia compartida.

Tormenta cerebral







Agujeros en el sombrero, cien mil ojos esperando,                                  
argamasa en estado líquido y dos tercios de silencio.
Encantada de conocerte, gnomo que ensartas blasfemias                                               
contra la desprotegida alma con tu tridente romo,
devastador de mentiras axiomáticas ¡ay qué risa!

ya empieza a no tener sentido la corta gramática.




Y el caso es que tengo hambre, no sé qué comer
que no me baje del globo rosa fosforito, verde
y... no sé qué color es, puede que...  es pringoso.
Fiiiuuummmmm......... otra vez aquel vuelo sin alas
sobre un camino descolocado, puesta del revés.
Y luego dicen que la banca pierde jajajaaaaaaaaaaaaa
La banca somos nosotros en el calor de la nieve.



Ahora todo lo veo negro... es bonito el camino oscuro,
no saber por dónde ando, intuyendo, como un ciego,
los obstáculos con un radar hecho faro en Finisterre.
Soy la Magdalena laica caminando en altamar.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Aleteos muertos




Hay algo en el latir de los planetas 
que llega como mirada ausente 
en cuadrícula divina
cuando adivino el proceso.


Estoy aquí, soy, reclamo, pertenezco, 
me asumo y me incinero en las rojas estelas 
desviadas que habitan el acrisolado cielo.


Vuelvo a la claridad espantosamente ciega,
engarzo gotas de leche en la negra inquina 
oculta en fibrilado corazón de alto riesgo
y resguardo el calor con letras en desequilibrio 
que incuban orugas hace tiempo desaparecidas,
espejismo de aleteos muertos.


martes, 27 de septiembre de 2011

El cielo exacto


Me remito al sonido para comprender la luz 
que desprende una brizna de hierba  
besada por el agua que escapa del pantano.

Fibras verdes con rostro humanizado 
amenizan las tardes de los montes,
que huelen a romero, a miel de brezo
y a satenes blancos.

Igual ahora que entonces, cuando hay alguien 
que recuerda que es la hora de mirar al cielo
para descubrir el futuro exacto,
los niños salen de sus cuevas resucitando 
de entre lo que parecía muerto y resumen
lo que existe con el fluír de sus cantos.

Vida verde peregrina revitalizando voces,
apaciguados ecos, oraciones milagrosas 
resonando en las colinas.

Tendencias

Escuchando atentamente el alba de claridades rotas
en el hueco suspendido por la tela de una araña,
aspiro el rumor de un frémito cordial
para engañar a un corazón dormido.

Hay que repasar el sistema endogámico
para entender el transcurso de los dedos
que avisan del ruido que vendrá
envuelto en papel de regalo.

El resultado será la escurridiza tendencia 
que sufrirá el espíritu 
de la poblada colmena.

Il bello Modi






Il bello Modi baila alrededor
de la estatua de Balzac
con un girasol negro en la mano,
nieva sobre su cabeza la sombra del Greco
y amanece un cielo claroscuro en Montparnasse.

El busto mira y dice que está loco,
como lo estaba Renoir, como lo estaban todos...
Picasso limpia una culata de pistola plateada
al sol de la temperatura de una vela 
mientras predice con límpida mirada
-ojos abiertos por luces de madera-
el mal final de aquella pintura elevada
sobre pinceles de pelos que se enredan
en un cielo equidistante entre el Himalaya,
(sagrado monte, virgen de bragas de seda), 
y la última frontera de una playa.

En los calabozos de la empresa
de camisas de fuerza, las manos atadas,
Utrillo aúlla por no poder pintar carne viva.
Jeanne muere de amor con un hijo en las entrañas.

Il Bello Modi navega sin remo por su pulmón, 
retrato de cuello torcido, ejemplo de bondad.
Los flecos bailan al son del opio. 
Lienzo dorado, ponte a caminar.





lunes, 26 de septiembre de 2011

Butaca preferente sobre el vacío


Una mano espasmódica como vibración multiplicada 
asoma su sonrisa ante mi espalda.
La música eléctrica se mezcla con la luz desfallecida
del flexo de la habitación en jerga soberana 
haciendo enmudecer el tráfico de influencias 
de la botella que descansa silenciosa y vacía.
Círculos concéntricos y miles de caras 
arrasan mi memoria.
Alzo mi última copa y brindo por los ángeles caídos 
de una generación perdida 
entre los pliegues de la estepa solitaria, 
tierra de lobos y de serpientes.
  Mi mente se abre y veo el tiempo 
que sólo existió en la imaginación 
de unos locos que escaparon
de la cárcel invisible de la realidad absoluta.
Es la sombra del río de lava incendiaria que baja
por montañas de neuronas,
perseguidas por el sistema incongruente 
paralizado en el odio a la semilla.
  Las estatuas se derriten sobre el asfalto 
cuando los cerebros intoxicados
elevan sus ojos a un cielo sin estrellas.
Invento de nuevo la cinta exquisita 
que sujeta mi pelo enmarañado 
para que sus hebras no desborden el límite de la esperanza.
Y en un segundo infinito, el mundo se desvanece 
en las pupilas brillantes de unos ojos de gata.

Lavapiés

En las calles renegridas por el humo del tabaco
dan siempre el 'agua' las rígidas miradas
de pieles de mil colores que vigilan las esquinas.
Más bares que ocasos al cabo del día,
vida imparable como potente riada
rápida y cristalina surcada por el malandro.
Noches de plenilunio en el apagado cielo
cuando todo está dormido, amores de barra ardiente,
borracheras en la palma de la mano de un ente protector,
por vocación, de las ideas dementes de un subterráneo
que sólo asoma los dientes para asustar al alado totem ciego.
Lava los pies, Lavapiés,
como Cristo a Magdalena...
para lamerlos después.







domingo, 25 de septiembre de 2011

Bocas sin dientes


 Rameras llevando ramos de gloria 
    abrazados a sus brazos
    santificados por los pecados de todos.

    Realidad esconde su rostro demacrado 
    y planta la espalda, 
    no quiere saber nada de la ficción histérica
    en la Factoría Disney, 
    nubes de azucar domesticadas,
    teñidas y constreñidas al palo que las perfora.

    Perfecto empalamiento lamido con deleite 
    por seres apócrifos sin sustancia conocida,
    bocas que se quedarán sin dientes.

Mi estómago



Mi estómago me pide algo. 
Inquieto, se revela en apetencias extrañas... 
Me lo pienso.
Comida, no puede ser otra cosa.
Doy un bocado y quiero vomitar. 
Entonces, no es eso.

¿Qué me pide el centro de mi cuerpo, sutil equilibrio
entre infierno y cielo, ramificado horno con salidas a lo
insondable, escalera que sube o  baja, según la intención
de un caballo sin herraduras ni bridas?
Puede que me pida paz. 
Paz y tiempo para pensar.  
Ahora no puede ser.

Que se lo pida a la equidistancia, que se lo pida al caos,
al teorema de Pitágoras, a la mandrágora que oculta 
su silueta bajo el árbol de la ciencia, 
a la mañana infinita, a la poderosa hierba, 
la mano de Fátima,  a algún libro de auto-ayuda...
                 
Ya me lo dirá, si encuentra lo que busca.

Venus

Cunnilingus

Con la punta de la lengua borda ventanas rosadas
abiertas de par en par, sin visillos ni sombras 
alucinadas que tosan restos de algún olvido.

Se mueve despacio en la alameda del tiempo
borrado por la saliva, agua de vida, espanto
de lebreles enfurecidos por el olor a pan ácimo,
alimento ancestral, nido de águilas, son de mirlos
blancos que no quieren dejar de cantar a la noche
con la rosa de los vientos como testigo mojado.

Lento vuelo de caireles animados por el músculo
perfecto que traduce lomas por mares, ríos por
lagos, Venus ensimismada mirando con sonrisa
cómplice cómo revienta el latido anegado en surcos
colorados en el centro de la virgen, siempre virgen, 
vez primera por siempre, silencio y rezo, plegaria y gozo,
jaculatoria en boca dudando entre reír o admirar el
templo de su divinidad dibujando la orilla de una playa
profundamente enmarcada por el lamido mayúsculo.

Aspirante a sacerdotisa, vestal en recintos sagrados,
defiendo mi querencia por el aullido como canción
de cuna ofreciendo el cuerpo a mi diosa preferida. 

La espinosa aldea





Mis ojos miran tu estancia rodeada
de caras reconocibles, héroes de Frisco, hielo de New York,
carreteras y dos ruedas,
burning en explosión de barrio
con el pene hinchado
y gafas de sol rojo
para que no se aprecien las pupilas
como puntas de alfiler prendido
en placa de corcho.


Y en medio de todo esto, alguien pasea su manto de armiño
y Joe Walsh no para de sonar... vale, que pare ya...
¡remolino!
Ahora una voz al centinela, que nos hable de cuchilladas
blancas por el magnesio para alcanzar a manos y pies la cumbre,
majestad de iniquidades,
"escupid sobre su tumba",
soledad de soledades...
(La espinosa aldea protege el amor de la fecunda,
reluciente lumbre. Baruch se pierde en el brillo de las lentes pulimentadas)



Imperativos categóricos

Perlas grises,
cigarrillos y una foto
hay sobre la mesa,
mandrágora y mandamientos en la reserva,
mentiras de miga de pan, espejos negros,
luz de nieve y verde absenta.


Recapitulemos, pues, describamos el infinito,
amanezcamos en el libro de la vida de hilos
de pasta de madera de la selva lejana,
recordemos la salida del laberinto.


Y en las entrañas de la ballena azul celeste
viajemos a otros mares, seamos otros entes,
regurgitemos el néctar de ambrosía,
celebremos que somos diferentes.

sábado, 24 de septiembre de 2011

El cinturón


Los amigos le cantamos iwishyouwerehere 
cuando estaba dentro del cajón
del que ya sólo se sale volando.

Era tan joven que todos estabábamos asustados
ante la brutalidad de las leyes naturales.
El chico nuevo en la ciudad volvía a casa 
después de caminar por el cinturón de la urbe,
cada vez un agujero más, más pequeño el centro,
más sombra y más miedo.

Él sólo quiso asomarse para encontrar la estrategia
que utilizaba esa lluvia pesada 
en la composición de sus gotas.

Cuando descubrió que un poco más le haría inmortal,
subió a su carro y escaló por la escalera al cielo.

A D N



En la alfombra quedan trozos de cristal
de alguna botella rota nacida para mejor fin.

Mis pies pasan sobre ellos ignorando una voluntad
debilitada en algún recodo de la noche.

No pasa nada, sólo sangro y pinto un cuadro de huellas
en espiral ascendente que baja camino del purgatorio.

Y en el limbo de la nada mi adn sube alto
buscando el camino de vuelta al espacio.

Estroboscópica visión



Gajos de mandarina y canela
en la inquieta madrugada,
zapatos tacón de aguja
y Lord Byron que cantaba
con ronca voz de sirena 
en la orilla de una playa...






















El murmullo sobre el labio te delata, Love,
y Smith creaba Horses
mientras la caja
negra y blanca
de Mappelthorpe 
sangraba ríos de miel 
y de rosas
sobre un muro
de Manhattan.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Pegado a mi





Pegado a mi como una sombra sin forma,
no más que un tembloroso borrón
con fuerza sólo para no evaporarse
cuando llega la noche.

Pegado a mi como sábana al lecho,
lienzo estrellado de manchas
enmarcado a duras penas
por la impotente vulgaridad.

Una estructura casi erguida
sumergida en el temor
del pobre impulso aterido
de vencimientos ajenos.

Pegado a mi como la fiebre a la piel,
la rama al aire salvaje,
como un lobo a sus colmillos,
como el sudor a la sien.

Vallekas


   Mi barrio es de tierra adentro,   
   tercer ojo del centro del epicentro.   
   Su aorta es el bulevar,   
   justo al lado del mercado,   
   y un poco más a la izquierda   
   su corazón, la Plaza Vieja   
   que ya nació con vocación de abuela.   

   Hubo allí gente que murió sin ver la playa   
   ni cruzarse con una gaviota errante   
   que buscaba entre las olas el ombligo   
   de aquel espejo salado. 

   Por un extraño capricho,   
   la utopía hizo allí su casa,  
   y desde que yo recuerdo,  
   en las calles,   
   a voz en grito,   
   cientos de personas   
   siguen reclamando de las autoridades   
   un puerto de mar.   

Durango




Kerouac se emborracha de amor...

Te conocí en Durango, Tristessa, triste Teresa.
Una cantina en el desierto, una máquina de escribir
y mis bolsillos repletos de anfetaminas.
El color de tu piel no lo había visto nunca yo,
nacido en la Canadá francesa.

Se la chupabas a los gringos barrigudos, 
colorados por un sol que no admitían sus genes europeos,
obligados al sombrío surco de una luz siempre oblicua.

Tenía tu boca el rictus de la muñeca hinchable sin aire,
tus dormilones ojos miraban hacia abajo en busca
de un lucero perdido entre basura y lodo, tus manos
eran líneas de ala de mosca volando sin rumbo,
picaduras de avispa tatuaban las venas de tus brazos.
Te conocí en Durango, Tristessa, dulce Teresa.

Y ahora es cuando Dylan hace la canción...








jueves, 22 de septiembre de 2011

Tareas para hoy




 Dar una vuelta completa alrededor 
 del roble centenario escuchando 
 las voces que trae el viento con 
 miríadas de esquirlas desenfrenadas. 

 Mirar hacia la majestuosa copa llena 
 de savia y postigos verdes que abren y 
 cierran sus hojas como ojos velados, 
 navajazos en éter y nubes de agua .

 Renegar del silencio en la tierra animada de 
 los blasones felinos almenados, con la vida 
 destilando pequeños cauces de sales en donde 
 las ortigas crecen ruidosas y glorificadas .

 Si no viento, grillos, pájaros o encajes verdes 
 en piedras preciosas, cadáveres de troncos 
 momificados, morada de hongos en perpetua 
 humedad, carne de dioses emancipada. 

 Volver a casa siguiendo los mismos pasos 
 que trajeron el amable olvido. 

Contemplar la diferencia 
 del peso específico 
 de los metales 
 medido en la balanza 
 que menos falla.